Estar atento al volante pero también a los demás conductores te ayudará a movilizarte seguro y evitar accidentes. Aquí te damos consejos para que adoptes la conducción defensiva.

La conducción defensiva es una técnica cada vez más utilizada en la actualidad debido a la alta tasa de accidentes de tránsito. No se trata de algo complicado: es una forma de conducir que implica adoptar una actitud preventiva y responsable al volante. Te invitamos a conocer todo lo que necesitas saber para adoptar esta forma de manejo:

¿Qué es la conducción defensiva?
Beneficios de la conducción defensiva
Elementos de la conducción defensiva
¿Cómo poner en práctica la conducción defensiva?

¿Qué es la conducción defensiva?
El objetivo principal de la conducción defensiva es evitar accidentes de tráfico, ya sea por errores propios o de otros conductores. Para ello, como conductor debes estar alerta en todo momento. ¿Por qué? Porque la conducción defensiva es una técnica que se basa en anticiparse a las situaciones de riesgo, respetar las normas de tráfico y mantener una distancia de seguridad adecuada con los demás vehículos para prevenir accidentes.

Pero no te asustes porque no es una técnica reservada solo para los conductores más experimentados, ¡cualquier persona que conduzca un vehículo puede implementarla!

Más que una simple técnica, es una actitud frente al volante: alerta a tus condiciones y las del entorno, manteniendo siempre una velocidad adecuada a las condiciones de la carretera, y anticipándose a los movimientos del resto de los conductores.

Beneficios de la conducción defensiva
El manejo o conducción defensiva previene accidentes y resguarda la vida.
Evita infracciones de tránsito.
Ayuda a mantener en mejores condiciones tu vehículo, al producir menor desgaste y menor gasto de combustible.
Ayuda a movilizarse libre de estrés, tensiones y agresividad, que pueden escalar hasta convertirse en ira de la carretera.

Elementos de la conducción defensiva
Los elementos básicos de la conducción defensiva se pueden dividir en cinco categorías generales: preparación, visibilidad, comunicación, espacio y actitud.

Preparación:
Revisar y conocer las condiciones generales de tu vehículo para detectar cualquier falla ante los primeros indicios.
Estar concentrado en el manejo, libre de distracciones.
Observar constantemente el panorama general y medir la velocidad y posición de los autos cercanos para prever situaciones inesperadas y frenar en el momento en que se percibe peligro.

Visibilidad:
Revisar los espejos para comprobar si hay alguien en el punto ciego antes de cambiar de carril.
Prestar atención a los cambios en las señales de tránsito y a las áreas donde la confusión sobre el derecho de paso podría causar un choque.
Tener en cuenta las condiciones que pueden reducir la visibilidad y utilizar faros durante el día si fuera necesario.

Comunicación:
Usar las señales de cruce para comunicar las intenciones de girar o cambiar de carril y respetar las señales de los demás conductores.
Acelerar y frenar de forma previsible para que los demás conductores puedan anticipar y reaccionar de manera segura.
Indicar peligros y usar la bocina solo para indicar peligro inminente.

Espacio:
Respetar el espacio de los demás y mantener una distancia segura entre vehículos. Ese espacio entre vehículos podría significar la diferencia entre tener un accidente y pasar solo un susto.
Tener en cuenta las distancias de frenado, considerando que los camiones y vehículos más grandes requieren una mayor distancia para detenerse.

Actitud:
Ser paciente y no apresurarse ni hacer que otros conductores se sientan apresurados… ¡incluso en embotellamientos!
Ser amable y promover la cortesía entre conductores.

¿Cómo ponerlo en práctica?
Aquí te dejamos algunos consejos para que la apliques de manera segura y eficiente:

Conoce tu vehículo y qué sistemas de seguridad tiene disponibles.
Observa constantemente tu entorno, no solo lo que está delante de tu vehículo. Usa los retrovisores y controla los ángulos muertos.
Ante el peligro, conduce más despacio para tener más tiempo para maniobrar y reaccionar.
No des por hecho que los demás conductores seguirán las normas.
Mantén una distancia prudente entre tu vehículo y el resto para poder frenar con tiempo en caso de emergencia. No frenes bruscamente, hazlo de forma progresiva.
Evita cualquier sustancia o medicación que pueda afectar tus sentidos y capacidad de reacción. Si estás bajo un tratamiento que pueda alterar tus sentidos, prefiere que alguien más conduzca.
Respeta las normas y señales de circulación.
Evita distracciones y mantén ambas manos en el volante en la posición adecuada.



*No somos médicos ni abogados. Nuestros comentarios no son consejos con base legal.


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